En el 2003, la sociedad chilena comenzó a vivir uno de los fenómenos mediáticos más sonados en muchos años, que definitivamente dejó un antes y un después en su historia periodística chilena: el descubrimiento de una red de pedofilia liderada por el empresario Claudio Spiniak. El escándalo aumentó cuando el equipo de prensa de Chilevisón sacó a la luz otro caso complementario, del juez que dirigía la investigación.
El caso Spiniak desató muchas críticas hacia los medios por la calidad informativa que ofrecieron en sus coberturas, se les cuestionó en gran medida la precisión y la credibilidad de las fuentes utilizadas (testimonios de niños que acusaban a políticos) y la forma de actuar del medio de Chilevisión.
Ante la fuerte presión que ejerció dicho medio, el juez Daniel Calvo, implicado en el caso, salió a declarar que había estado en un sauna frecuentado por homosexuales donde aparentemente se practicaba sexo. Posteriormente, el medio televisivo publicó otras declaraciones del ex dueño del sauna, relacionando sexualmente al juez con menores de edad. Lo cual, evidentemente, destruyó la credibilidad y la carrera política de esta persona.
Por si fuera poco, el canal de la televisión chilena publicó imágenes grabadas con una cámara escondida, que comprobaban la denuncia realizada por el empresario.
Esta difusión posterior no era necesaria, ya el juez había dado sus declaraciones. Luego de la transmisión, Calvo afirmó ser víctima de extorsión encubierta y los periodistas involucrados fueron investigados por el uso de estas imágenes de manera ilegal.
Este caso, además de su transcendencia informativa, dio de qué hablar por el atropello que dieron los medios chilenos al derecho de presunción de inocencia de toda persona hasta que se demuestre lo contrario, en una sentencia firme.
Los medios de comunicación son movilizadores sociales y como tales cumplen la función pública de denunciar de manera OBJETIVA y VERAZ los acontecimientos nacionales. Su condición de denunciantes sociales no justifica de ninguna manera la falta de ética periodística, la tergiversación de la realidad, emisión de juicios de valor sin fundamento, utilización de cámaras ocultas y la manipulación de la información a conveniencia de la imagen que quieran dar de la situación.
Si bien los medios de comunicación no dicen específicamente qué pensar, sí manipulan la información de acuerdo a la prioridad que quieren que la sociedad les dé. Al fin y al cabo, ellos escogen los asuntos de interés público con los que influirá en la sociedad.
Las denuncias realizadas por medio de la cámara escondida son un recurso cada vez más frecuente entre los medios de comunicación, sin embargo esto no significa que sea la mejor manera de probar el hecho pues tiende a prestarse para que el medio manipule la información según el interés que el periodista tenga, es decir, le suma subjetividad a la información.
Yo no digo que los medios de comunicación sean suavecitos y buenos con todo el mundo, porque definitivamente tienen la labor de ser entes fiscalizadores de la realidad nacional. Sin embargo, tienen una gran responsabilidad con la sociedad de proporcionar un manejo adecuado de la información, respetando siempre los derechos de los ciudadanos.
Por: Marcela Jiménez C.
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