A finales del 2009 un joven llamado Diego Pastrana sufrió uno de los casos más sonados de los últimos años con respecto a la falta de ética por parte de medios de comunicación.
Pastrana fue acusado erróneamente de abusar y asesinar a su hijastra lo que lo llevó a estar detenido por unos días. Sin embargo eso no fue lo peor del caso, Pastrana fue agredido sicológicamente, fue rechazado, condenado, marginado por la sociedad y acusado por medios de comunicación, que hasta el momento tenían gran credibilidad e influencia como la ABC.
Luego de estar en prisión mientras se investigaba el caso, la autopsia confirmó la equivocación por parte de todos, la niña había fallecido debido a una caída de un columpio que sufrió días atrás y por la cuál tenía heridas de gravedad, heridas que no fueron atendidas de manera correcta por los médicos, situación que aceleró su muerte.
A pesar de que Pastrana quedó libre su vida no volvió a ser la misma. Su relación con la madre de la niña entró en crisis, su reputación quedó por los suelos y los ataques sicológicos que sufrió, incluyendo haber sido obligado a ver la foto de la niña muerta, quedarán en su cabeza por un gran tiempo.
La falta de ética fue mas que evidente en este caso, el poder que tiene la prensa influyó quizá con la mayor fuerza para destrozar la vida de un joven inocente.
Los medios de comunicación catalogaron de culpable a Pastrana sin haberse confirmado nada con respecto al caso y sin haberse informado adecuadamente de lo que pasaba en torno a dicha situación.
La presunción de inocencia no es solo un principio legal, sino también periodístico. Es cierto que los medios deben buscar la primicia, incluso se acepta que busquen “lo que vende”, pero siempre por la magnitud de su poder, deben cuidar la integridad de todas las personas.
Un medio de comunicación debe saber la responsabilidad que significa tener el poder de la información en sus manos y las reacciones que puede generar tanto una buena y correcta publicación como una equivocada, muchas veces la equivocada genera más.
No es tan solo equivocarse, es todo lo que eso conlleva para la persona afectada, su vida después de eso y la lucha constante que llega a enfrentar consigo mismo y con la sociedad. Eso no se compara con algunos millones que tenga que dar el medio ante una demanda, una cifra insignificante si hablamos de los mas grandes.
Verificar la información y preferir la calidad antes que las ganancias son aspectos fundamentales para la credibilidad y prestigio de un medio, una vez que esos dos principios se rompen, cualquier cosa puede suceder, generalmente una negativa.
Es aquí cuando los periodistas debemos saber con claridad cuál es nuestra función, de comunicar e informar, de dar a conocer la verdad, no de actuar como líderes de manifestaciones como lo hizo el reportero del video adjunto, que incitó los insultos a Pastrana una vez que lo escoltaba la policía de Tenerife.
La ética, las leyes y el respeto fueron pisoteados en este caso, incluso la vida de una persona fue puesta en riesgo por el mal manejo de información, por esa sed de prestigio y sobretodo por no seguir los pasos correctos en un tema tan delicado.
Por: Roy Bonilla
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